Me alegra que hayas decidido salir del silencio, y sobre todo de ser el primero que te deje un comentario...
Estoy ahora mismo en la biblioteca, dedicando mi tiempo a la Citogenética, y salir de eso para meterme en una pequeña reflexión filosófica sienta bien.
Bueno, al fin y al cabo no tan pequeña...la historia del ser humano se reduce a elecciones...todos hemos tenido que hacerlas en algún omento, y todos nos acabamos dando cuenta de que hay que aceptar lo que hemos elegido. No digo aceptar las consecuencias...sino simplemente admitir que hemos sido libres para elegir, y llevar la cabeza alta después de haberlo hecho. Porque al fin y al cabo lo que escogemos configura lo que somos, y a eso no se puede ni se debe renunciar.
Esta es la vieja cuestión de iusnaturalismo frente a positivismo, y lleva siglos dando vueltas por el mundo... me alegra comprobar que tanto tu como yo somos dos personas que elegimos el iusnaturalismo :-) De todos modos, déjame decirte algo: es cierto que hay muchas personas buenas que eligen hacer el bien sin creer en ningín Cielo ni ningún Infierno, únicamente por ética y por la convicción interior de que hacer el bien les lleva a ser mejores personas. Pero también son muchos los que, creyendo en ese Cielo que tú niegas, no actúan bien sólo para llegar a él, sino principalmente por la misma razón que los anteriores: para sentirse orgullosos de sí mismos y tener la satisfacción de estar actuando correctamente. Los creyentes no sólo (ni siquiera principalmente) nos movemos por interés de ganarnos el Cielo o temor al Infierno. También nosotros tenemos nuestro sentido de la ética y nuestra satisfacción personal ante lo bien hecho, igual que tú (sobre todo porque los creyentes que no les sale de la bisectriz comportarse bien lo justifican con el "ya me confesaré en mi lecho de muerte", del mismo modo que los ateos que no se portan bien van en plan de "a vivir que son dos días y al que no le guste que le den"). En este sentido, tu entrada me recuerda a la famosa frase de Séneca: "La recompensa por la acción virtuosa es haberla realizado" :-)
PD: He borrado la etrada anterior porque la publiqué sin darme cuenta de que me había saltado una frase. Es lo que pasa cuando escribes una respuesta y te interrumpe una llamada telefónica ^^UUU
Me alegra que hayas decidido salir del silencio, y sobre todo de ser el primero que te deje un comentario...
ResponderEliminarEstoy ahora mismo en la biblioteca, dedicando mi tiempo a la Citogenética, y salir de eso para meterme en una pequeña reflexión filosófica sienta bien.
Bueno, al fin y al cabo no tan pequeña...la historia del ser humano se reduce a elecciones...todos hemos tenido que hacerlas en algún omento, y todos nos acabamos dando cuenta de que hay que aceptar lo que hemos elegido. No digo aceptar las consecuencias...sino simplemente admitir que hemos sido libres para elegir, y llevar la cabeza alta después de haberlo hecho. Porque al fin y al cabo lo que escogemos configura lo que somos, y a eso no se puede ni se debe renunciar.
Mórendil
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEsta es la vieja cuestión de iusnaturalismo frente a positivismo, y lleva siglos dando vueltas por el mundo... me alegra comprobar que tanto tu como yo somos dos personas que elegimos el iusnaturalismo :-)
ResponderEliminarDe todos modos, déjame decirte algo: es cierto que hay muchas personas buenas que eligen hacer el bien sin creer en ningín Cielo ni ningún Infierno, únicamente por ética y por la convicción interior de que hacer el bien les lleva a ser mejores personas. Pero también son muchos los que, creyendo en ese Cielo que tú niegas, no actúan bien sólo para llegar a él, sino principalmente por la misma razón que los anteriores: para sentirse orgullosos de sí mismos y tener la satisfacción de estar actuando correctamente. Los creyentes no sólo (ni siquiera principalmente) nos movemos por interés de ganarnos el Cielo o temor al Infierno. También nosotros tenemos nuestro sentido de la ética y nuestra satisfacción personal ante lo bien hecho, igual que tú (sobre todo porque los creyentes que no les sale de la bisectriz comportarse bien lo justifican con el "ya me confesaré en mi lecho de muerte", del mismo modo que los ateos que no se portan bien van en plan de "a vivir que son dos días y al que no le guste que le den").
En este sentido, tu entrada me recuerda a la famosa frase de Séneca: "La recompensa por la acción virtuosa es haberla realizado" :-)
PD: He borrado la etrada anterior porque la publiqué sin darme cuenta de que me había saltado una frase. Es lo que pasa cuando escribes una respuesta y te interrumpe una llamada telefónica ^^UUU